Antiguamente, los mendigos pedían limosna invocando a Dios y haciendo uso de fórmulas tales como "Una limosna, por Dios". Tal era la popularidad de estas expresiones que, con el paso del tiempo, a este vocablo se le añadió el sufijo -ero, procedente del latín -arius, terminación que indica profesión u oficio. Y así se formó el término
pordiosero.
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